Perdió en el partido de exhibición ante Alexander Zverev pero el público disfrutó de la magia del suizo, una leyenda viviente del deporte mundial.

En una tarde-noche para recordar, se presentó Roger Federer en el estadio Mary Terán de Weiss, situado en el Parque Roca. La expectativa era alta y no era para menos, ya que el currículum del ilustre visitante, de 38 años y vigente en su profesión, es excelso y excede sus impresionantes números, también abarca a su glamour y magnetismo, y por supuesto a su exquisito y perfecto tenis. Su rival, Alexander Zverev, es uno de los candidatos a dominar el tenis en los próximos años, junto a una camada repleta de talento que ya compite muy fuerte en el circuito ATP, de hecho Sascha ya posee un Masters en su vitrina. El evento contó, como lo expresa la foto, con la presencia de Juan Martín Del Potro, quien a priori iba a ser el rival del ganador de 20 Grand Slams, pero una complicación en la recuperación de su rodilla derecha le impidió al tandilense tomar parte activa del espectáculo, por lo que ese lugar fue muy bien cubierto por el alemán. El resultado, anecdótico para la mayoría, fue de 7/6(3) y 7/6(2) a favor del joven germano de 22 años, en un encuentro muy atractivo. Este cotejo correspondió el segundo que disputaron en la gira latinoamericana emprendida por ambos tenistas , ya que venían de enfrentarse en Chile, con victoria del suizo en tres parciales.

La organización estuvo muy bien armada y contempló muchos detalles, desde ya fue muy superior al discreto montaje efectuado en Tigre en la doble jornada del lejano 2012, año en que Federer se midió con Del Potro en un par de oportunidades. Ayer, el estadio estuvo casi colmado y las entradas oscilaron entre los $4.000 y $17.000, con varias personalidades del deporte nacional entre ellos. El carisma de Federer es magnífico y lo sabe, por lo que se maneja con los espectadores con un dominio de la escena único, en un país que tal vez nunca lo vea jugar por los puntos (ojalá me equivoque en mi intuición). Inclusive apeló al Topo Gigio, patentado por Juan Román Riquelme (le entregó una camiseta número 10 de Boca Juniors), para interactuar con la gente que estaba excitada por el gran espectáculo brindado por Su Majestad y uno de sus posibles herederos.