Empató 0 a 0 en el Monumental con Cruzeiro por la ida de los 8vos de final. En tiempo agregado, Suárez desvió un penal.

Fue una de esas lindas noches de Copa Libertadores. Un Monumental lleno, un rival de fuste como Cruzeiro y un River con ganas de empezar a jugar por las cosas importantes. Lo que faltó fue el fútbol… y el resultado.

La falta de ritmo de partidos le jugó una mala pasada al campeón de América. Algo parecido a lo sucedido frente a Gimnasia de Mendoza por la Copa Argentina hace una semana atrás. La calidad de sus jugadores y el funcionamiento sigue intacto, pero le falta cambiar la velocidad en tres cuartos de cancha… y peso en sus delanteros. Si hay algo que se notó fue la ausencia de Borré, suspendido, y Pratto que por estar volviendo de una lesión no estuvo desde el inicio. Cuando ingresó el “Oso”, River tuvo todo el peso en el área que le había faltado.

Cruzeiro no es el equipo que desde hace unos años asusta con solo pensar que a uno le puede tocar en un cruce. Puede que el no haber venido con Fred, su delantero estrella que se recupera de una afección en un oído, lo haya hecho perder frescura, pero lo cierto es que Armani pasó una noche tranquila, salvo por el gol de Marquinios Gabriel al inicio del segundo tiempo, que el árbitro anuló por posición adelantada a instancias del VAR. Y el delantero, que definió mano a mano con el arquero millonario, efectivamente estaba con el torso inclinado en off side leve, pero off side al fin.

Aún jugando solo los primeros 20 minutos con la presión alta que le gusta a Gallardo, River mereció más. Se quedó sin Pinola a los 33´del primer tiempo por una lesión muscular (se perdería la revancha en Brasil) y tuvo dos cabezazos, uno de Robert Rojas (entró por Pinola) y otro en el segundo tiempo de Pratto, que se fueron desviado por poco. Pero sin duda la situación más clara fue el penal en tiempo adicionado. Tras la ejecución de un tiro de esquina en el área de Cruzeiro, que es conectado de manera forzada por Martínez Quarta y cruza todo el resto del área, el VAR advierte al árbitro de la existencia de un agarrón a Pratto en el aire. Nadie había protestado y todos seguían la jugada. Pero al pasar la repitición, se ve claramente como la camiseta de Pratto se estira agarrada por un rival. River se encontraba con una oportunidad inmejorable y el encargado de ejecutarla fue Matías Suárez, que le pegó fuerte al medio y la pelota se elevó por arriba del travesanio. Entre consultas al VAR y demoras, el reloj marcaba 98 minutos. No había tiempo para más.

Un empate de local en el partido de ida es desalentador. Para cualquiera menos para River, acostumbrado a aparecer en todo su esplendor cuando todo parece estar en su contra. Tendrá trabajo Marcelo Gallardo para planificar el partido revancha. Pero el hincha confía en él y su equipo. y esa confianza se sostiene en todas las otras veces que logró sobreponerse. Para Napoleón esta parada no parece ser tan difícil.