La desesperación y el pedido de uno de los familiares de los argentinos secuestrados por Hamas
La angustia que viven los familiares de los argentinos secuestrados por Hamas no se termina. “Es una situación realmente angustiante”, reconoce Gustavo, el primo de Lior Rudaeff (61), raptado hace diez días por el grupo terrorista islámico. El argentino fue secuestrado el pasado 7 de octubre cuando estaba a cargo de la seguridad del kibutz Nir Yitzhak, donde vivía con su familia.
Gustavo, en una entrevista con Infobae, recuerda cómo se enteró de lo que había pasado en Israel y cuál era la situación de su primo. “El sábado, cuando me levanté y vi las noticias, inmediatamente le mandé un mensaje de WhatsApp a mi primo para saber cómo estaba la situación en el kibutz. Pero el mensaje no llegaba a destino. Ahí fue cuando empecé a preocuparme”, dice el primo Lior, quien además busca visibilizar otros casos y le exige al gobierno argentino que dialogue con Egipto para liberar a los rehenes.
El resto de la familia de Lior logró no ser capturada y llegar a los refugios. Estuvieron allí durante 48 horas, hasta que fueron rescatados por miembros del Ejército israelí. Luego de varios minutos de angustia, Gustavo pudo comunicarse con su prima, la hermana de Lior, que le confirmó las malas noticias: “Me dijo ‘estamos en silencio porque hay terroristas en la casa, no podemos hablar’”. Toda la familia fue realojada en un hotel en Eilat, en el sur de Israel.
“Prácticamente se fueron con lo puesto. No tienen nada. El kibutz quedó completamente arrasado. Hay otros de la zona que fueron incendiados y quedaron en situación de escombros”, cuenta Gustavo. Pero rescata la asistencia incondicional y rápida que el Gobierno israelí brindó y está brindando a los más afectados por los ataques: “Los proveen de ropa, comida y artículos de higiene personal. Les están dando la contención necesaria”.
“Hablé con mi tío (el padre de Lior), que tiene 88 años. Obviamente, estar en una situación así a esa edad, y con un hijo desaparecido, es muy fuerte”, relata Gustavo, quien, a la distancia, también atraviesa momentos difíciles desde el sábado. “Es muy triste. Acá hay víctimas civiles concretas. Esto no es una película que te cuentan, es una realidad. Las imágenes de decapitaciones y mutilaciones que vimos son reales“, dice Gustavo
“Pensar que mi primo pueda estar en una situación similar me es imposible de asimilar”, relata y explica que con otros familiares de desaparecidos y secuestrados buscan dar visibilidad a sus casos, además de solicitar la ayuda del gobierno. La familia de Lior esta compuesta por sus cuatro hijos. Dos de ellos, los más chicos, vivían con él en el kibutz. El menor de todos, Ben, sobrevivió a la masacre de la fiesta electrónica, donde los terroristas de Hamas asesinaron a 260 personas.
Ben corrió más de 10 kilómetros para salvarse. Su hermano Bar fue llamado para prestar servicio en el Ejército como reservista. “Nuestro gobierno, como los de otras naciones que se encuentran en situaciones similares, tienen que poner la cuestión humanitaria como prioritaria dentro de sus agendas de política exterior. Tenemos la esperanza de que se puedan abrir canales para recuperar rehenes. No estamos hablando de negociar con secuestradores…”
“…Porque desde el punto de vista de una nación libre y democrática no es viable. Pero Argentina históricamente mantuvo y mantiene vínculos con países que podrían constituir un nexo para la recuperación de rehenes, como es el caso de Egipto”, explica Gustavo. El presidente argentino, Alberto Fernández, reveló el lunes en una charla por Zoom con familiares de secuestrados y desaparecidos que su gobierno se encuentra en conversaciones con Egipto y Qatar para trabajar en la liberación de los rehenes.
“La mirada que debemos tener en este momento es una mirada humanitaria. Hay víctimas de los dos lados. La Autoridad Nacional Palestina es un pueblo que lucha por su autodeterminación, y Hamas es uno de los grandes obstáculos para conseguir eso y alcanzar la paz y la convivencia pacífica entre Israel y los palestinos. Eso es lo que el mundo tiene que entender”, concluye Gustavo.