El aislamiento y la privatización de la información en tiempos de pandemia

20 de Octubre de 2001.
El país se esta yendo a la mierda. Como siempre, como nunca.

Horario Central. 4 pantallas muestran los distintos planos de 12 participantes en silencio alrededor de una pileta, una granja, un jardín y un par de paneles anti-ruido.

El teléfono decidió: Carolina se fue con el 70% de los votos.

Es la quinta eliminada de un concurso que premia a los aislados.

La casa de Gran Hermano está llena de sorpresas, dice Soledad Silveyra.

El mundo también.

Curva dramática. Show de primeros planos y Solita pide silencio para darle una noticia que ha conmovido a todos: “Dos aviones chocaron contra el World Trade Center. Imaginate como está el mundo, estamos todos rogando por la paz. Vas a tener que ser fuerte, pensá el estado en que se encuentra el pueblo norteamericano. No se si puedo seguir. Te quiero mucho”.

La participante no sabía que eran las torres gemelas.

2009.

Después de pegarle un cabezazo a la pared, pelearse con Luis Vadalá, tirarse una ensalada encima y descolgar una bandera uruguaya, Nino Dolce entra al confesionario con la bata negra de Rocky VI y sus iniciales bordadas.

Se toma la cabeza con las dos manos y llora en el prime time de Gran Hermano Famosos. “No se por que estoy llorando, parezco un pelotudo”. GH le pide que se relaje. El sigue destrozado. Al minuto agrega: “Soy la oveja negra, anoche me quemaron un pollo”. El graph reza ´Nino angustiado´ y suena un angeluz. Así 2 minutos.

Ese día murió Alfonsín y una multitud lo despidió en el Congreso. Nino no se enteró.

13 años más tarde, los participantes del reality show en Alemania arman una fiesta de disfraces sado-masoquistas,se tiran chorros de agua en un jacuzzi, se pasan el hielo de boca en boca y hacen la prueba de champagne mimoso mientras se pegan con látigos en partes del cuerpo al descubierto.

Su presidenta Merkel dijo que el 70% de Alemania va a padecer el virus pero las reglas del juego no permiten que ellos lo adviertan. Por contrato no tienen derecho a conocer.

Ahora el show también está a la intemperie y se disfraza de primeros auxilios. Una cuarentena de demonios que junta, aparta, expone, aísla y premia por saber solo lo que hay que saber. Los de afuera también están aislados: ahora todos son los de adentro. El problema es que en el confesionario de la guardias no hay premios para todos.