El caso de gatillo fácil se registró en 1994 y fue conocida como la “Masacre de Wilde. Los acusados, Roberto Mantel, Eduardo Gómez, Osvaldo Lorenzón, Marciano González y Pablo Dudek, Julio Gatto y Marcelo Valenga llegaron al debate en libertad.

Una fiscal pidió este miércoles que sean condenados a prisión perpetua siete ex policías bonaerenses como coautores de la denominada “Masacre de Wilde”, un emblemático caso de “gatillo fácil” cometido en 1994 en esa localidad del partido de Avellaneda, cuando cuatro personas fueron asesinados por efectivos policiales vestidos de civil que alegaron que “los confundieron con delincuentes”.

El pedido fue formulado por la fiscal Viviana Simón a alegar ante el Tribunal Oral Criminal 3 de Lomas de Zamora, integrado por los jueces Marcelo Hugo Dellature, Luis Miguel Gabián y Claudio Fernández, a cargo del debate que tiene como acusados a los ex comisarios Roberto Mantel y Eduardo Gómez; el ex oficial Osvaldo Lorenzón; los ex subtenientes Marciano González y Pablo Dudek; y los ex oficiales Julio Gatto y Marcelo Valenga, quienes llegaron al debate en libertad.

Durante su alegato, la fiscal manifestó que en base a todos los elementos mencionados, analizados y valorados en el juicio se puede “tener por acreditado no solo el hecho sino también la coautoría penalmente responsable en el mismo de todos los procesados”.

Para Simón existió entre los imputados un “acuerdo previo para matar entre todos”, ya que la prueba demuestra que “se organizaron con medios, vehículos, armas de fuego y cantidad de participantes para consumar la muerte y ejecutar a las víctimas”, a las que emboscaron en la zona de Wilde.

La acción de cada imputado no es de un mero participe sino de los que mantienen dominio sobre el hecho”, aseveró la representante del Ministerio Público al calificar el hecho como “un ataque múltiple a cinco seres humanos realizado ordenadamente y siguiendo un plan previamente acordado”.

Por tal motivo, Simón pidió que los siete ex policías que son sometidos a juicio sean declarados “coautores penalmente responsables del delito de ‘homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, reiterado, cuatro hechos y homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas un hecho en grado en tentativa todos en concurso real entre sí”.

Además, pidió que, de ser condenados, todos ellos queden “inmediatamente detenidos”.

El juicio que empezó el 17 de agosto de este año continuará este jueves cuando sea el turno del alegato del abogado Ciro Annicchiarico, quien representa Raquel Gazzanego, esposa de Edgardo Cicutín, uno de los hombres asesinados en el hecho.

La “Masacre de Wilde” ocurrió el 10 de enero de 1994 y tuvo como víctimas al remisero Norberto Corbo y a sus pasajeros, Gustavo Mendoza y Eduardo Bielsa, quienes viajaban en un Peugeot 505, y al vendedor de libros Cicutín, que se trasladaba en un Dodge 1500, conducido por Díaz, el único que sobrevivió al ataque.

Los cinco fueron atacados a tiros por efectivos de la Brigada de Investigaciones de Lanús que al parecer los confundieron con delincuentes y les dispararon cerca de 200 veces clon pistolas calibre 9 milímetros y almenos un subfusil Uzi.

Todos los exefectivos afrontan cargos por los delitos de “cuádruple homicidio simple y un homicidio simple en grado de tentativa”, por la única víctima del ataque que sobrevivió.

En principio, los policías que intervinieron en el hecho fueron detenidos, aunque la Cámara de Apelaciones y Garantías los sobreseyó y liberó.

Además de quienes llegaron a juicio, estaban imputados el comisario César Córdoba, Carlos Saladino y Hugo Reyes, (ya fallecidos), todos integrantes de la brigada cuyo subjefe era el entonces comisario y actual abogado Juan José Ribelli, procesado y luego absuelto por el atentado a la AMIA y quien no estaba en el país cuando ocurrió el hecho.

Tras apelaciones de familiares de las víctimas, en 2003 y en 2007 volvieron a ser sobreseídos por la misma medida.

No obstante, la causa siguió su curso hasta la Suprema Corte de Justicia bonaerense, que en 2013 ordenó reabrir el expediente y anular los sobreseimientos al sostener que “aún cuando se considerase que el cuádruple homicidio investigado no configura un delito de lesa humanidad, es indudable que sí constituyó una gravísima violación de los derechos humanos”.