Fue la primera vacuna contra el COVID disponible en América Latina y cuyo principio activo se hizo con innovación científica local.  El acceso a los documentos que muestran los detalles del proceso de producción. La verdad sobre la demora.

A la pandemia por COVID-19, dos años después, le llegaron sus expedientes secretos y el comienzo de lo que será el revisionismo histórico de esta peste global causada por el virus SARS-CoV-2, que aún habita entre nosotros.

La perspectiva analítica que brinda el paso del tiempo no solo servirá para saber qué pasó, sino para desentrañar procesos y trabajos científicos que ocurrieron muy veloces, para desmalezar la información veraz de la tóxica infodemia; y para jerarquizar los hechos de un suceso global tan disruptivo que dejó desafíos pendientes y lecciones aprendidas para todos, y en especial para el sistema científico internacional.

Estos documentos exclusivos a los que tuvo acceso y publicó Infobae colocan la lupa sobre los detalles del proceso de fabricación de la primera vacuna contra el COVID-19 que se tuvo conocimiento en el mundo y que se desarrolló entre la Universidad de Oxford y el laboratorio anglo-sueco AstraZeneca. Y para garantizar la distribución y el acceso en América Latina y Cono Sur quedó claro que no se iba a poder resolver el abastecimiento solo con la producción propia. Por eso AstraZeneca debió salir en plena pandemia a buscar alianzas estratégicas.

Aquí enumeramos algunos hitos de esta trama científica compleja, y en muchos casos opaca, que merecen ser revisados con los protagonistas:

-Este producto-vacuna contra el COVID-19 (“Vaxzevria”) nació determinado por un “efecto pinza” desde su origen: por un lado, la escasez frente a una crisis sanitaria global de un hallazgo que no existía; y por el otro, la necesidad de super producción, disponer de mucho volumen de ese mismo hallazgo científico para el resto del mundo.

oxford

-Para la producción de la vacuna contra el COVID en América Latina, el hub biotecnológico argentino mAbxcience (Grupo Insud) fue elegido como el más idóneo para producir en escala esta vacuna para Argentina, América Latina y el Caribe.

-Como una especie de mamushka, la falta de insumos indispensables para la industria pharma dentro de otra crisis global, la sanitaria, que acumulaba muertes alrededor del globo sin antídotos disponibles aceleró y complicó los tiempos. Los Gobiernos de todo el mundo para administrar sus propias crisis internas sucumbieron también a la idea de la velocidad. Estas fueron algunas de las razones que explican la demora que sufrió la vacuna Oxford-AstraZeneca, que paradojalmente no incumplió con la letra chica de los contratos que decían “ser distribuida en la región en el primer semestre de 2021″; pero sí lo hizo con las expectativas y la comunicación que se habían generado en la sociedad.

El trabajo virtuoso y mancomunado de la ciencia global-regional-local entre los actores que intervinieron en la producción de la co-creación de la vacuna para la región de América Latina entre la Universidad de Oxford, el laboratorio anglo sueco AstraZeneca, el hub biotecnológico argentino mAbxience y el laboratorio mexicano Liomont. Esa colaboración entre el sector público y privado del sistema científico permitió democratizar el saber frente a un virus desconocido. Y las reguladoras que generaron los conductos de fast track para acelerar los tiempos de la producción.

La idea de que la ciencia aplicada nos va a salvar, la pandemia por COVID-19 la recuperó con más fuerza que nunca. Y los números de los pipelines de trabajos y desarrollos científicos colaborativos así lo confirman: según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han desarrollado 169 vacunas contra el COVID -de distintas plataformas- con fases clínicas avanzadas (Fase III completa), y otras 198 avanzan en estadios más iniciales.

Argentina no fue la excepción a ninguno de estos escenarios. Todo lo contrario: la ciencia argentina, sus científicos y diferentes centros biotecnológicos y de investigación fueron protagonistas activos de la búsqueda de la solución al problema de la pandemia por COVID. Argentina adquirió menos del 15% del total de vacunas que mAbxience fabricó para nuestro país y el resto de América Latina y el Caribe. Argentina compró 22.5 millones y medio de dosis contra el COVID y mAbxience fabricó 210 millones de dosis aproximadamente.

¿Qué hacía mAbxience antes de la pandemia? Fabricaba, exportaba y abastecía de anticuerpos monoclonales a la Argentina y el mundo porque dispone de un estándar de calidad y capacidad industrial para hacerlo. Al producir biosimilares – esto es que producen medicamentos sobre los cuales hayan caído las patentes originales-, mejoran el acceso a medicamentos de alto costo, que generalmente al ser de origen biotecnológico tienen incorporado mucho conocimiento. Normalmente hasta la aparición de un biosimilar en general hay un solo oferente en el mercado. En febrero de 2020, mAbxcience estrenaba una planta nueva tan de avanzada y con un estándar internacional tan alto como hub biotecnológico que el mismo Grupo Insud la denominó “La linda”.

El volumen de la producción que requerían las nuevas vacunas contra el COVID -que mientras se aprobaban, se producían – y la agilidad/experiencia en recibir transferencia tecnológica puso a mAbxience en el primer lugar de la elegibilidad, entre los hubs del mundo para fabricar el principio activo de la vacuna de Oxford -AstraZeneca, particularmente para la región Latam y Cono Sur. Quedaba el eslabón fundamental: encontrar a otro socio para terminar el proceso de embotellamiento del principio activo, el proceso de fill & finish y distribución.