Un repaso por la historia de la diva más transgresora del país: Moria Casán

Lejos de tomar decisiones entre una pollera y un pantalón, de elegir entre el color rosa y el celeste o estar haciendo diferencias entre el femenino y el masculino, Moria Casán siempre supo transitar la vida más allá de las particularidades que establece el género en las personas.

En una polémica mediática con su ex colega Zulma Faiad, el término “travesti de murga” fue una figura verbal con la que se revolearon aquellas vedettes de los años 80 y de alguna manera empezaban a caminar por un fenómeno social que tiempo después se instaló en los escenarios teatrales, las marquesinas de importantes salas y también en una manera de vivir que irrumpía en la sociedad criolla bajo el símbolo del “tercer sexo”.

En aquel momento, la propia Moria Casán encabezó una discoteca en Mar del Plata que llamó “Bassinger” y unía a clientes de los gustos sexuales más inesperados porque hasta costaba explicarlos en cuanto a perfiles, gustos y costumbres.

Pero Moria como mujer-anfibio que manejaba todo tipo de terrenos ya se proclamaba como un hombre muchas veces y hasta en un “chongo” en otras ocasiones al que bautizó como Roque Casanovas, en una mirada que siguió sacudiendo a la opinión pública.

Aquel pensamiento abierto que le mostró los caminos a travestis como Jéssica Brown, Vanessa Show, Cris Miró y Florencia de la Vé también se dio el gusto de entrar en el teatro intelectual y culturoso de William Shakespeare, y con la dirección transgresora de José María Muscari siguió haciendo camino en el escenario y la marquesina del recoleto Regina, donde hizo la versión femenina de la obra “Julio César” junto a un elenco en el que también estuvieron la gloriosa Norma Pons, Leticia Bredice y Esmeralda Mitre interpretando a ilustres emperadores e imperialistas de la historia universal en las que actrices encarnaban a eternos hombres y estrategas de todos nuestros libros.

Ese “Julio César” unisex de Moria fue sublime mientras se metía en la cama televisiva con políticos de alcurnia como César Jaroslasky, Carlos Menem y los más destacados funcionarios de una época, porque a la hora de promover la vanguardia a ella jamás le tembló el pulso coronándose como “La Aristóteles del espectáculo”.

En algún momento también se propuso como candidata política mientras sus autos de alta gama se estacionaban en la explanada del Congreso Nacional como también en el garaje de La Casa Rosada.

En el jurado de Tinelli marcó el camino en un reality show que aprendió a jugar para luego marcharse a una idea de mujeres “Incorrectas” donde sus vaginas fueron el símbolo feminista de su línea editorial mientras el público y la misma Moria las bautizó en una interpretación de libre gestión como “vayainas”.

Hoy, cuando los más destacados modistos y diseñadores nacionales e internacionales anticipan una moda más básica y unisex, sin muchas distinciones de género, Moria Casán vuelve a engrandecer su figura y su historia en una apuesta explícita de acercar a mujeres y hombres desde una mirada definitivamente unisex. No lo olvides que no falta mucho.