Macri jugó fuerte al no reconocer el Golpe de Estado en Bolivia. Generó un peligroso frente interno. Hasta los propios comenzaron a desmarcarse

El Gobierno incorporó un cóctel compuesto por aislados datos verificables, posicionamiento ideológico y convencimiento de que la salida de Evo Morales en Bolivia no es un golpe de Estado clásico, sino una especie de híbrido que se queda a “medio camino”. Esta riesgosa lógica también representa el espíritu de un porcentaje -probablemente mayoritario- de sus votantes en octubre último.

Pero la jugada de Macri y del canciller Faurie, en consonancia con gran parte del Grupo de Lima, constituye una jugada peligrosa en el frente interno, ante el ruido que esto generó en la endeble coalición gobernante.

A partir de diciembre, el desafío de Cambiemos es mantenerse monolítico para evitar dispersiones hacia el Gobierno o hacia otros sectores. “Por eso, la decisión con el tema Bolivia, es un grave error”, leyó un operador del PRO. Pero también sinceró en que “no había otra. No podíamos alinearnos a Alberto y a Cristina”.

La lectura de esas frases es inequívoca: el Gobierno quedó incómodo. Y tanto es así, que las fugas ya comenzaron. El primer gesto de independencia lo dio un hombre que supo abrevan en el riñón del PRO, el diputado Daniel Lipovetzky. Firmó un documento con casi todos los dirigentes del Frente de Todos. Y se “ganó” la felicitación pública de Alberto Fernández.

“Eso no nos preocupa –siguió otra fuente-, porque Lipovetzky ya no tiene dónde ir”. El 10 de diciembre se vence su mandato como diputado nacional. ¿Se pasará a las filas del futuro Gobierno?

El hecho no es Lipovetzky en sí, sino que es uno de los primeros que se atrevió a una voz disonante, y al mismo momento, le siguieron casi todos los radicales. Incluso los que están con Macri. A saber: Mario Negri y Luis Naidenoff condenaron la “intromisión militar” en el vecino más. Son los presidentes de los interbloques de Cambiemos en las ambas cámaras. El dato no es menor. Mucho menos el comunicado con la firma de Alfredo Cornejo, titular de la UCR, que abiertamente exclama: “¡No al Golpe de Estado!”. El senador electo Martín Lousteau se expresó en la misma línea.

Los radicales díscolos, como Ricardo Alfonsín o Federico Storani, fueron muy críticos con el Gobierno. Tanto es así que el hijo del ex presidente directamente dijo que era razonable la postura de AF y de Cristina, y no la de Macri. Hasta la ex canciller Malcorra cuestionó la mirada del oficialismo.

El tema es si esta es la hendija de una puerta que se puede abrir de par en par para la salida del radicalismo del Gobierno, y de dirigentes vinculados al peronismo, como Lipovetzky y/o Emilio Monzó. “¿A dónde van a ir?”, bramó la misma fuente. “Son diferencias que hay en cualquier estructura partidaria. Además, ninguno de esos dirigentes tiene votos propios”, completó.

Más allá de eso, la preocupación en el Gobierno existe. Si bien no es la primera vez que los radicales marcan una posición distinta (tema tarifas, por ejemplo), nunca antes lo habían hecho de forma tan decidida. Y pública. Tampoco ningún dirigente del seno del PRO había acompañado un documento de la hoy oposición.