El futuro tiene una probabilidad altísima de pertenecer a los coches eléctricos, estamos en ese camino tanto en lo deportivo como en las calles de nuestro país.

Las normas anti-contaminación son cada día más restrictivas con los coches alimentados por combustión y están restringiendo su uso especialmente en el interior de las grandes ciudades del mundo, y esto suscita una duda razonable: si la situación sigue así, ¿qué hago con mi coche vehículo diesel o naftero?

Una opción bastante interesante para cuando la mecánica convencional de nuestro coche se averíe o ya no podamos circular con él por dónde necesitemos es extirpar todas sus entrañas de combustión y convertirlo a eléctrico en un proceso también conocido como RETROFIT. Ya existen ejemplos de esta práctica, la cual es en efecto tomar un vehículo antiguo alimentado a combustión y convertirlo en un auto tecnológico y eléctrico, por sobre todas las cosas.

Si bien esta práctica aún no ha llegado a nuestro país, ya hay proyectos cristalizados en España. Allí, A.D. Sánchez, investigador informático de profesión, pensó que convertir un vehículo de combustión en eléctrico era posible, pero que la mejor forma de saber si se podía llevar a cabo el proceso era hacerlo por sí mismo.

A.D. tomó entonces un viejo Renault Twingo de 1997, lo vació, suprimió todo lo que no iba a necesitar y lo empezó a electrificar. Un paquete de baterías, motor eléctrico, controlador, bomba de vacío y un poco de electrónica fueron lo necesario para demostrar que sí, un coche viejo de 500 euros puede tener una segunda oportunidad como medio de transporte urbano y sostenible.

Los coches eléctricos están comenzando a contener sus precios, pero un utilitario de cero emisiones se aproxima peligrosamente (sin ayudas) a los 30.000 euros mientras que su homólogo de combustión puede rondar una cifra próxima a los 10.000 euros. El punto medio podría ser hacer un retrofit, cuyo precio según el responsable de Elektrun Cars puede rondar los 15.000 o 17.000 euros.

Por ese precio en teoría tendríamos todo, incluyendo coche y transformación a eléctrico, y el resultado sería un vehículo con una autonomía en torno a los 100 km, unas prestaciones poco sorprendentes y un chasis sin alardes, ni ayudas a la conducción, ni medidas de seguridad de última generación pero de cero emisiones.