Jaguares perdió 19-3 la final del Super Rugby frente a Crusaders.

El Super Rugby 2019 ya tiene campeón. Y no es nuevo, sino el mismo de los dos años anteriores. Crusaders es el mejor equipo del mundo y lo viene demostrando en los últimos años. Pero esta vez la novedad era que su rival en la final era Jaguares, la franquicia argentina que hace solo cuatro años participa de la competencia.

Muchos nos despertamos a las 4;30 para ver el partido que se iba a jugar en Christchurch, Nueva Zelanda, al otro lado del mundo. Otros habrán aprovechado alguna salida para seguir de largo y sentarse frente al televisor. Esto despertó en la gente este equipo de rugby. La sensación de que se estaba cerca de algo importante, de que se podía ganar.

Enfrente estaba Crusaders, el bicampeón vigente, nueve veces campeón y otras cuatro finalista de esta competencia. Un equipo que tiene experiencia en esto de jugar finales y cuenta con 11 All Blacks entre sus jugadores. La tarea era muy difícil, pero el rendimiento de Jaguares en la temporada y la categórica victoria en semifinales frente al Brumbies australiano hacían creer que podían imponerse.

El partido fue muy cerrado. Abrió el tanteador Díaz Bonilla con un penal, pero a los 25 Taylor puso al frente a los neocelandeces marcando el único try del partido, convertido por Mo´unga. El apertura estiraría la diferencia con un penal antes de finalizar el primer tiempo y pondría cifras definitivas con otros tres penales durante el segundo. Hubo tres situaciones de try en la que estuvo involucrado Moroni que no fueron try para Jaguares por centímetros.

El llanto de los jugadores al final marca que haber llegado hasta acá no los conformaba. La tristeza infinita de Matera (fue premiado como el mejor jugador del partido) y Lavanini nos recuerda que era su último partido para la franquicia, ya que después del mundial de septiembre seguirán sus carreras en Europa. Pero decepción al margen, la real victoria de este equipo es que aunque se vayan algunas figuras importantes, hay recambio. La base de jugadores se amplió notablemente y el que ingresa no solo no desentona sino que se destaca. Ese es el gran triunfo mirando al futuro.

Ganar o perder es la esencia de la competencia. Todos queríamos ganar. Pero perder en este caso no fue fracasar. No hay que cambiar el rumbo y hay que insitir y seguir mejorando. Se enfrentó al mejor equipo del mundo, con enormes jugadores que tienen experiencia en circunstancias límites. Hay que aceptarlo, por ahora son mejores. Por ahora.