Se habían metido a cazar pájaros, en la selva amazónica de Brasil. Se alimentaron de frutos y agua de lluvia. Por la desnutrición, llevaban cuatro días sin caminar, al borde de la muerte
Una verdadera odisea, con milagro incluido, vivieron dos nenes en Brasil, más precisamente en la selva amazónica, en la cual se perdieron y deambularon durante casi un mes, hasta que fueron rescatados desnutridos, con severas picaduras y en grave estado de salud.
Fuentes oficiales indicaron que Glauco y Gleison Ferreira, hermanos de 6 y 8 años, habían salido de la reserva indígena donde viven con su familia en el municipio de Manicoré, a 330 kilómetros de la capital regional, Manaos, el pasado 18 de febrero. Su misión era cazar pájaros y, siguiéndolos por la selva durante varios kilómetros, se perdieron, de acuerdo a un portavoz de los bomberos de la Policía del estado de Amazonas.
Los padres radicaron la denuncia y se emprendió una búsqueda con 260 personas, la mayoría indígenas y ribereños que viven en las casas flotantes al margen de los ríos amazónicos y que tienen gran conocimiento de los secretos de la selva de mayor diversidad del mundo.
Los chicos fueron encontrados 26 días después a seis kilómetros de su casa en un área de selva a merced de serpientes, yaguaretés y otros animales. Poseían numerosas picaduras de diferentes insectos pero lo más grave era el avanzado estado de desnutrición que presentaban. Tanto que ya no podían caminar más y llevaban cuatro días en el mismo lugar, esperando ayuda. Los voceros indicaron que se alimentaron todo ese tiempo de algunos frutos y tomando agua de lluvia.
Quien los halló fue, el pasado martes, el agricultor indígena Manoel Vilkem (55), compadre del papá de los menores. El hombre resolvió adentrarse a la selva a buscar madera y revisar su plantación de castaños. En un momento dado puso en funcionamiento el llamado “teléfono celular de la selva”, que es la “cacetada”, un golpe continuo en algunos tipos de árboles para permitir que una persona que esté cerca, dentro del bosque, pueda darse cuenta que hay alguien caminando.
Gleison escuchó los golpes y comenzó a gritar, desde el suelo, sin poder moverse por la deshidratación. Entonces Vilkem dio nuevos golpes a los árboles para confirmar esos gritos lejanos y el nene dijo: “Ayuda, vengan a buscarnos”. De inmediato el individuo abandonó la recolección de sus castañas y con su canoa se dirigió hacia donde venían los gritos. Los embarcó y los llevó a la comunidad, y luego fueron derivados hasta el centro de Manicoré, donde la población, ya avisada y con enfermeras de guardia, los recibió con aplausos.
“Estamos muy emocionados, juntamos 260 personas y no logramos la búsqueda hasta que finalmente los encontramos con vida. Pobrecitos, ni se podían mover”, dijo el padre de los chicos, Claudio Ferreira. En tanto, un tío de las víctimas y funcionario del órgano federal ambiental Instituto Chico Mendes, del Ministerio de Medio Ambiente, destacó que “Vilkem los encontró debilitados, sin condiciones de caminar. Dos días más y no hubieran sobrevivido”.
Para el jefe de policía de Manicoré, Everaldo Ribeiro, lo que ocurrió es un milagro porque es difícil sobrevivir en la selva amazónica sin ningún tipo de medios. “Los padres no lo podían creer, estaban muy emocionados. Es un verdadero milagro porque se habían cerrado las búsquedas. Que hayan sobrevivido es algo casi imposible porque en la selva tenemos peligro de insolación, animales ponzoñosos, animales salvajes, la deshidratación. En nuestro ecosistema es difícil sobrevivir”.
En la época de ‘llenas’ o inundaciones en la selva amazónica los animales tienen menos comida a disposición, a la vez que cualquier arroyo o bosque inundado posee una vida fluvial muy rica, que incluye a grandes grupos de pirañas.
“Ellos tenían hambre, apenas tomaron agua de lluvia para sobrevivir“, dijo la enfermera que los atendió en el municipio de Manicoré, que carece de camas de terapia intensiva.
Durante dos días estuvieron internados en el hospital Regional de Manicoré cuya directora clínica explicó que los niños no pudieron alimentarse para evitar mayores trastornos gástricos y sí recibieron suero para recuperar la hidratación de a poco.
“Llegaron con un cuadro de desnutrición y deshidratación grave, lo cual provocó una preinsuficiencia renal debido a la ingestión inadecuada de líquido. Tenían también muchas lesiones en la piel por las picaduras de los insectos“, dijo la médica Suzy Sertafi, quien atendió inicialmente a los chicos.