La familia del albañil Diego Calo marchó ayer para reclamar justicia por el crimen cometido el fin de semana en Wilde.

El martes pasado por la noche Diego Calo, un albañil de 20 años, salió de la casa de su novia en la localidad bonaerense de Wilde, partido de Avellaneda, para tomar el colectivo de regreso a su hogar sin sospechar que menos de una cuadra después sería víctima de una emboscada fatal: dos delincuentes lo sorprendieron con la intención de robarle sus pertenencias. Como se resistió, lo apuñalaron varias veces en el pecho.

El joven, con domicilio en Temperley, peleó por su vida durante más de diez horas pero finalmente murió en el hospital. El paradero de los ladrones todavía es un misterio que la Justicia trata de resolver.

El crimen ocurrió en la intersección de las calles Cangallo y Méndez, poco después de la 21 horas. Antes de morir, Diego pudo contarle a su papá lo que pasó. Según dijo, dos delincuentes lo abordaron con la intención de sacarle la mochila, forcejeó con ellos, lo golpearon y lo acuchillaron. Huyeron con el celular de la víctima.

Calo fue trasladado de urgencia al Hospital Presidente Perón de Sarandí, donde lo estabilizaron dos veces tras sufrir paros cardíacos pero las heridas que le ocasionaron fueron graves y perdió la vida.

Fuentes con acceso a la investigación, que lleva adelante la fiscal María Alejandra Olmos Coronel, a cargo de la UFI N°1 de Avellaneda-Lanús, dijeron a Infobae que por el momento no hay novedades respecto a los sospechosos.

Los datos que se conocen hasta ahora se obtuvieron a partir de lo que aportó la víctima antes de morir y de las imágenes de las cámaras de seguridad ubicadas en las inmediaciones de la escena del crimen, en las que se observa la huida de los presuntos asesinos.

Se trata de filmaciones aportadas y viralizadas por la propia familia de Diego, en un intento desesperado por ayudar a esclarecer el hecho.

Marisol, la tía del joven acuchillado, dialogó también con este medio después de la protesta que realizaron familiares y amigos de Diego ayer frente a la Comisaría 5° de Wilde para pedir justicia. La mujer contó que los ladrones estaban escondidos detrás de un cantero y aprovecharon la falta de luz en la cuadra para concretar el ataque.

Fue a cenar a la casa de la novia y no llegó a festejar el Día del Amigo. Se fue hasta la parada de colectivo y, detrás de un cantero, salieron estas dos lacras directamente a matarlo”, dijo la mujer. Y agregó: “Más allá de que se haya resistido para defender sus cosas, lo mataron; le entraron a robarle el celular y después se fueron a pie como si nada”.

En ese sentido, Marisol recordó que Diego era un joven alto, “un gigante que medía dos metros” y que no estaba dispuesto a entregar su celular ni su campera. “Él peleó y se defendió, lamentablemente fueron dos”, resaltó.

Contó que el chico estaba por terminar la secundaria y que siempre quiso convertirse en albañil. De hecho, vivió por un año en la provincia de Salta, donde aprendió todo acerca del oficio. Trabajaba todo el día en obras de construcción y cada vez que se necesitaba algo en casa, era él quien se ofrecía para hacerlo. “Nos decía que quería construir y trabajar en obras grandes”, agregó.

Todos los días que volvía a casa -continuó Marisol– le traía un chocolate a su mamá y a sus tres hermanos menores, de dos, cinco y 11 años. El mayor de los hermanos tiene 23 años. Estaba en pareja hace dos y además de las reparaciones en casa, le encantaba cocinar pollo al disco para toda la familia. Su otra pasión era Independiente, el club del cual era hincha.

Además remarcó que Calo era un joven muy querido en el barrio e incluso expresó con sorpresa que el día de su velatorio, la semana pasada, una caravana de autos acompañó a la familia hasta llegar el cementerio de Rafael Calzada, que es donde hoy descansan sus restos.