Roberto Fernández, su actual titular, fue un aliado clave de Macri. Una facción disidente, que perdió las elecciones, lo quiere sacar a las patadas. Hubo armas de fuego, amenazas, destrozos y heridos. Moyano juega un papel clave

La recomposición salarial en la empresa Dota, que maneja al menos 60 líneas de colectivos, fue la excusa perfecta para materializar el planificado golpe a Roberto Fernández, actual secretario general de la Unión Tranviaria Automotor (UTA). Hay un sector disidente que lo quiere “rajar a las patadas”; “cueste lo que cueste”.

El escándalo que terminó con 11 heridos, una persona detenida por tenencia de arma de fuego, un auto dado vuelta, una moto prendida fuego y destrozos por doquier en la sede gremial de Moreno al 2900, tiene su raíz en el alineamiento de Fernández con el gobierno anterior. Ahora, una facción disidente, orquestó todo para echarlo.

El tuit de anoche de Facundo Moyano no es casual. Uno de los hijos de Hugo, escribió: “Si no discutimos en serio la democracia sindical, vamos a seguir presenciando a dirigentes que, sin legitimidad, se esconden en estatutos con cláusulas imposibles de cumplir y la complicidad del gobierno para conservar su lugar”. Acompañó su posteo, con una foto de Fernández junto al ex presidente Macri.

Miguel Bustinduy es la cara visible de los opositores. Es un hombre de Moyano, y quien lideró la protesta de ayer. Es público: quiere suceder a Fernández, más allá de la nobleza de cualquier reclamo salarial que pueda vociferar.

Para la conducción actual del gremio, lo de ayer, fue un movimiento para desestabilizar al gobierno de Alberto Fernández, a menos de una semana de haber asumido. En un comunicado oficial, sin dar nombres propios, asegura que un sector interno de trabajadores de la empresa Dota, y en connivencia con la compañía, pusieron en marcha un operativo de desestabilización. Y cuenta que los delegados de ese sector perdieron las elecciones internas. En los hechos, esto último, es cierto. El tema es que los disidentes aseguran que hubo fraude. Algo tan común en los gremios como el agua caliente para el mate.

Claudio Moroni, titular de la cartera de Trabajo, siguió todo el conflicto con atención. El ministro de Transporte, Mario Meoni, también. Pero ningún intervino decididamente. Nadie va a salir a respaldar con énfasis a un hombre que fue aliado clave de Macri.

La raíz del entuerto no es nueva. En La Plata, otro sector disidente de la UTA acusa a la actual conducción de haberse “asociado” con la empresa Unión Platense, que maneja la Línea Este, en desmedro de los trabajadores. Es decir, un gremio que está a ambos lados del mostrador, de acuerdo a las denuncias. Tanto es así, que en La Este surgió una corriente interna, “El Bondi”, que enfrenta al dirigente local Oscar “Puchero” Pedroza, quien responde a Fernández. En esa compañía, echaron a delegados sin que “el sindicato hiciera nada”. Incluso, algunos choferes terminaron presos.

Aunque dijo que no tuvo nada que ver en los destrozos de ayer, Hugo Moyano aseguró esta mañana en radio La Red que Fernández debe renunciar. Es obvio, él tampoco lo quiere.

El conflicto, de larga data, afloró en los primeros días de AF como Presidente, y prometerse quedarse por varios meses más, ya que Fernández no piensa irse, y los opositores harán todo lo posible para sacarlo. Se sabe: en el gremialismo argentino, pocos conflictos se dirimen en paz.